jueves, 10 de agosto de 2017

PRIMEROS PREMIOS DE HONOR POESIA CASTELLANO

PRIMER PREMIO- LILIANA NOEMI BARDESSONO
La voz de los olvidados


Es triste llegar así a viejo
Cuando nos cuidan extraños
Como objetos vacíos, oxidados...
Porque mis manos tiemblan,
Mis piernas no me sostienen,
Mi columna se ha vencido
Igual que mis años cumplidos;
Y en mi cabeza anidan aves
Con cientos de nidos oprimidos...
Andadores, sillas de ruedas,
Algún bastón de metal o madera.
Cama ortopédica para los más desdichados.
Dientes postizos, audífonos encastrados.
Somos un cúmulo de achaques,
De innumerables calamidades,
Somos viejos desafortunados
Que no le importamos a nadie.
Feliz de aquellos mortales
Que no están vegetando por años...
Sobre sillas, sobre mesas,
Soñamos los desventurados
Con esos días felices por todos despreciados.
¡No nos hagan a un lado!
Una vez fuimos jóvenes, lozanos,
Les dimos cariño, los cobijamos.
¡Óigannos, somos la voz de los olvidados!


SEGUNDO PREMIO CRISTINA ELVIRA SAMARA
                                                       Solo un niño

Sólo un niño…



Carita feliz,
mirada risueña,
pequeñas pisadas,
que serán promesas.

Infancia en flor,
que solo anhelas,
dibujar la alegría
en canción de Sol.

Pobreza, cual sombra intrusa,
cubre tu infancia de sueños,
largas jornadas de agobio,
menguan tu descanso,
laten con tu hastío.

El Sol se vuelve negro,
cuando te ve deambular,
pequeña niña en vigilia,
gemidos de frío en soledad.

Yaces aquí, cuando amanece
moneditas de pan y un vaso de leche,
al abrigo de un saco perdido,
al abrazo de otro niño con frío.

Infancia cautiva,
de la pobreza y el olvido,
de la mirada esquiva
y del juicio encendido…

Vergüenza dormida
 ¡Despierta!
Derechos de niños,
 derechos cautivos

Jugar,
tu derecho sólo cobra vida,
entre tiempos escondidos,
y cómplices risas de niños.

Aprender,
tu derecho más esperado,
busca refugio  en lo oculto,
y evita ser olvidado.

Sapiencia se hace camino,
entre la oscuridad y el silencio,
burlando al destino incierto,
que a su paso te encadena.

Sólo buscas los libros,
que te permitan crear,
mundos lejanos y vivos,

donde hallar LA LIBERTAD



TERCER PREMIO                        JORGE ESTEBAN COSTA

                                                        
                                           DE  AQUELLOS TIEMPOS                                     (1)           



                                 Ingresas a  mi mente sin esfuerzo,                                                                                                                                            
                                 en tiempos de mi vida adolescente,
                                 donde luchaba por buscarte sutilmente,
                                 para soltar  las fantasías de mis sueños.

                                 Y te has quedado en aquella etapa de mi vida,
                                 como un perfume que agita mis sentidos,
                                 y percibo que este tiempo que se ha ido,
                                 se ha transformado en tenaz melancolía.

                                 Te has quedado  para siempre  en aquel barrio,
                                 donde conocí tu alegría y tu inocencia,
                                 donde no me alcanzaba la paciencia,
                                 para aguardar nuestro encuentro solitario.

                                 Te has quedado en aquel tiempo de ventura,
                                 donde el sexo era un pensamiento de osadía,
                                 cuando solo por quererte pretendía,
                                 rozar tu piel y admirarla en su tersura.

                                 Te has quedado en aquella tarde lejana y loca,
                                 donde juntando el coraje de un valiente,
                                 comencé besándote la frente,
                                 para terminar descendiendo hasta tu boca.

                                 Te recuerdo tan ansiosa como el día ,
                                 que con los ojos, mirándome  oferente,
                                 al descubrirme besándote la frente,
                                 bésame en la boca me decías.

                                 Te recuerdo en la evocación de esas etapas,
                                 cuando la ansiedad era frenada por consejos,
                                 que venían provenientes de “los viejos”
                                 que intentaban posponer lo que deseabas.

                                 Te recuerdo en aquellos momentos tan lejanos,
                                 perdido en los mil laberintos de la vida,
                                 cuando nuestros cuerpos de niños se encendían,
                                 tan solo con el roce de una mano.




                        
                                Cuando la vida giraba en melodías,                                             (2)
                                donde todo era más suave y llevadero,
                                donde evaluábamos felices los senderos
                                por donde nuestra joven inquietud nos llevaría.

                                Tiempos de estudios, de proyectos y de entrega,                                    
                                que fueron envejeciendo en una esquina,
                                como aquel niño grande que todavía no se anima,
                                a abandonar sus sueños  de quimeras.

                                Hállame hoy,  muchacha linda y caprichosa,
                                en la misma esquina donde murieron mis ansias,
                                busquemos la ilusión aquella de la infancia,
                                y vivamos otra vez la edad dichosa.    
                                                                                          
CUARTO PREMIO - SUSANA ELIZABETH JOFMAN

Musas, no se retrasen tanto

Hoy por aquí, las musas 
siguieron de largo…
Juntas las nueve
apuraron su paso
¿A qué poeta llevarán su inspiración?
¿A quién le murmurarán acaso?
¿Quién será de sus encantos
el feliz destinatario?
¿A quién le robarán el sueño
y se desvelará hoy esperando
el dulce encuentro?
Diles, si a ti te han visitado
que despierta las  aguardo
Con el cuaderno abierto
y el lápiz de punta afilado,
deseo que mis atentos oídos 
sean suavemente acariciados
por tan esbeltos relatos,
por la música de entonado canto,
por sus delicados compases,
arpas, violines y claves
¡Ah, musas, no se retrasen tanto!



QUINTO PREMIO - BASTIAN JACOB MARIN MALDONADO
Versando a un abuelo


Mi cuerpo olvidó los márgenes del sueño
al no encontrarse de noche
con tu cubierta de mármol,
con la cobija de piel,
tu beso limítrofe
que separa la vigilia del reposo;
mi memoria se esmera
en buscarte al irme a acostar
y me impide dormir si no te encuentra.

Mi edad terca, insolente,
 no me permite aprender cosas nuevas:
por ejemplo
he me aquí, viéndote sin verte,
retrocediendo los relojes de mi vida
queriendo traerte de regreso.
como si no permanecieras viva ya 
a fuerza de costumbre.

La rutina del alma, 
sin remedio, sin prótesis
cojea por los pasillos sin ti
y es que algo mío se murió contigo
(y algo tuyo se murió en mí).

Ahora somos solo yo y el tiempo,
en esa cama,
matándonos mutuamente
con la ligera ventaja mutua
de que yo no soy inmortal.
Aun así sabe cómo lastimar,
alargando los latidos
enfermando los segundos,
retardando los cuerpos celestes,
dándole cuerda al reloj
del cual estoy a merced de su paciencia.


6°PREMIO  - MANDRILLE SILVANA MARIA

La palabra.
Aquella primera, inocente, tierna,
espontánea, imitativa…
ha sido la que balbuceó “mamá”
y tal vez, a igual tiempo, la que susurró “papá”.

El vocabulario inaugural de mi infancia
se armó de palabras chiquitas y preguntonas.
            Repetitivos “qué” exploraban el mundo,
registrando el nombre de todos los objetos.
Incansables “por qué” pretendían ilusoriamente
descubrir las razones de los hechos.

En un emotivo juego de vocablos e imágenes
se sucedían sin tregua los sonidos dulces y risueños:
“abuela”, “muñeca”, “carrusel”, “helado”;
“golosinas”, “cuentos”, “veo veo”, “tejo”.
¡Y cuántas otras que apenas  recuerdo!

¡Pero todo lo cambió el paso del tiempo!
De pronto la palabra se volvió una mueca
y puso cara de seria.
Ya no se sintió amiga de las cosas simples,
obstinada y rebelde quedó atragantada
en mi voz adolescente.

Cuando la confusión se disipó,
alborotada e ignota la palabra “amor”
se adueñó, crédula, de mis pensamientos.
Más tarde comprendí
que a veces las palabras estuvieron confundidas:
“amor” con “pasión”, “verdad” con “prudencia”;
“fortaleza” con “orgullo”, “sensatez” con “debilidad”.

Por momentos sentí necesidad de acallar los ruidos
y que estruendosas retumbasen en mi mente
las palabras “paz” y “silencio” solamente.
También ansié  apoderarme de la palabra “no”
y dejar de conformar a todos
con el “sí” mendaz que querían escuchar.

Acorralada y modelada fui
por las palabras que dije y que callé,
por las que reconocieron a mi semejante
y por las que destruyeron susceptibilidades.

Contradictoria en mi esencia de mujer,
no renegué verme reflejada en el espejo de mis pares
devolviéndome la imagen de quien era.
Hoy en mi mundo no entran muchas palabras,
pero las pocas que abrazo con todas mis fuerzas
son aquellas que por fin consolidan mi identidad:
“padres”, “hijo”, “esposo”, “amigos”;
“trabajo”, “vida”, “hogar” y “poesía”.

De todas las que aún no pronuncié,
“perdón” es la palabra
que a la tumba no llevaré.










                                                                                

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