sábado, 31 de julio de 2021

2° Mencion de Honor relato- cuento, . Dario A. Besada - De Racha

 De Racha

Abrí la puerta de casa y seguía sin luz. Tres días. Tres días sin tele, internet, netflix, heladera....  heladera. La abrí en busca de cosas que se podían echar a perder, y la encontré vacía. Lo bueno de ser pobre y vivir solo. No hay problema con que me corten la luz una semana. Esa heladera estaba vacía y siempre lo estuvo.


No hay mucho para hacer cuando no tenes luz: o lees... o lees... o dormís.

Venía agotado, era un día en el que había hecho de todo. O eso sentía. No había distracciones posibles, me arrojé a la cama así como estaba. Vestido, no podía más.

No sé si llegué a dormirme, cuando escuché un ruido en el patio. Lo que me faltaba. Tres días sin luz,  ni agua y encima me vienen a robar. Escuché un salto con un mal aterrizaje y una queja por lo bajo.

Ya me imaginaba el chorro demandándome porque se esguinsó el tobillo, al saltar la medianera. Cuando estás de racha...


Lo oía cojear, intentando llegar a la ventana. Yo me refugiaba en la cama. Con la colcha hasta la nuca. Capaz no me veía. Ojo, ¡no se veía nada! El tipo no se percató que estaba robando en flores, y en Flores tenes un 50/50 de que no tengan luz. Tendría que haber ido a robar a Recoleta, Belgrano, Núñez, el botín podía ser cuantioso... en mi heladera no había ni frio.

Abrió la ventana del living, y escuché otra queja por lo bajo. Ya se había dado cuenta de que no había luz. Por lo visto no era un tipo avezado, profesional, que llevase sus herramientas (como una linterna) para sortear los obstáculos que un robo le podría plantear.


Se había lastimado el tobillo y no había luz. Seguramente no era su mejor noche, pero eso no lo detuvo y entró a tropezarse con todo tipo de muebles. Ya debía suponer que si había alguien en la casa, estaría despierto.

Yo seguía en mi escondite. La oscuridad era total. Solo escuchaba ruidos provenientes del living, seguidos de improperios.


Pensé en esconderme en un armario y cuando el chorro lo abriese, darle flor de susto.

O me podía quedar tapado hasta la nuca esperando que se robe lo que no había para robar y me dejase la oscuridad para mí solo, de nuevo.

Entró en la habitación. Por suerte no se había tropezado con las velas en alguna mesa. No me veía. Yo lo sentía acercarse dubitativamente. El living lo había maltratado.

¿Y si lo atacaba? Me le abalanzaba y ¿quién sabe? Capaz lo derrotaba. No tenía linterna, pero capaz tenía un cuchillo o una pistola. Era una pésima idea.


No tenía nada que proteger. Podría robarse las sabanas, así que salí discretamente de la cama y me paré en un rincón.

El tipo seguía sin verme. Me dio algo de pena. Pensé en saludarlo y proponerle que se retire y viniese otro día, para realizar el robo en condiciones dignas. Lo podría acompañar al palier, nos podríamos quejar mutuamente de Edesur.


Teníamos algo en común. La falta de luz nos estaba complicando la vida. Eso es más tema de conversación que lo que podes tener con un vecino x en el ascensor.

Se acercó a la cama y tropezó. De nuevo. Se reincorporó rápidamente, como diciendo: ¡aquí no pasó nada!

Lo miraba desde el rincón, era un robo lamentable. Si sus amigos ladrones se enterasen de todo lo que le había pasado, se le reirían durante meses.


No pude evitar sonreír ante esa imagen, cuando de pronto... se hizo la luz. 


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