lunes, 22 de julio de 2024

julio 2024 Licenciada Graciela Godoy de Sadorin Química (UBA),CONICET Master Comunicación Científica, Médica y Ambiental UP-FARMA, Barcelona

 Aloe Vera: nunca pasa de moda



Hace miles de años los egipcios descubrieron el extraordinario valor de la planta de Aloe Vera y empleaban el zumo de la misma en la fabricación de elixires de larga vida.

Parece ser que Cleopatra usaba este jugo en forma de aceites balsámicos para el cuidado de su piel y cabellos, práctica en la que residía el secreto de su belleza.

Esta planta originaria del África se difundió por todo el mundo, especialmente en la zona del Caribe, por su alta adaptación a cualquier suelo, clima y rápido crecimiento.

La utilidad del Aloe en cosmética se comprueba sólo con poner un poco de su pulpa traslúcida y gelatinosa sobre la piel. De inmediato se siente su suavidad. Por este motivo la parte más apreciada de la planta para ese fin es el gel que se extrae del interior de la hoja. Es interesante destacar que las cualidades del Aloe se pierden después de su cosecha, por esto para conservar su eficacia y frescura, las hojas deben ser rápidamente procesadas y estabilizadas. Con el gel se preparan cremas para después de afeitarse, bronceadores, cremas post solares, acondicionadores y champú para otorgar brillo al cabello.

Otro atributo que posee esta planta es el de restaurar el equilibrio del pH (grado de acidez o alcalinidad) natural de la piel, a la cual le da un aspecto sano y luminoso. Por lo tanto resulta un componente excelente para incorporarlo en las cremas hidratantes y máscaras faciales a las que les agrega vitamina A, E y lanolina o alantoína para contrarrestar el efecto astringente del Aloe sobre la piel.

En la composición química del gel intervienen sustancias inorgánicas como: calcio, fósforo, hierro, magnesio, zinc, sodio, potasio y cobre, sustancias orgánicas como glucosa, colesterón, triglicéridos, ácidos salicílico y ácido úrico. Además contiene aminoácidos esenciales (Triptofano, Lisina, Metionina, Leucina, entre otros) para la formación de proteínas, una de las cuales es el colágeno que mantiene tersa y flexible la piel.

Esta planta perenne contribuye a evitar que se obstruyan los poros del cutis proporcionándole un brillo saludable, debido a que la actividad enzimática de la pulpa de la hoja estimula la irrigación sanguínea y desprende la piel muerta de pies, manos y codos.

También se han evidenciado excelentes resultados en la prevención de complicaciones infecciosas luego de ser aplicado sobre heridas en etapa de cicatrización o ya cicatrizadas, con resultados similares al de la penicilina.

Se estudió que el Aloe contiene un antihistamínico y un antibiótico, muy favorables para las personas con pieles sensibles.

Otra característica a destacar es que forma una excelente pantalla protectora contra los rayos ultravioletas y aplicado después de la exposición al sol estimula el sistema inmunológico, neutralizando los efectos nocivos de la radiación.

Esta planta no deja de sorprendernos pues, además de estos usos, cada día se descubren nuevas propiedades farmacológicas que la convierten en una maravilla de la naturaleza.



Licenciada Graciela Godoy de Sadorin

Química (UBA),CONICET

Master Comunicación Científica, Médica y Ambiental UP-FARMA, Barcelona





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