viernes, 27 de mayo de 2016

SEGUNDA MENCION RELATO - CASTELLANO


El niño insomne-  ANA LEGUISAMO RAMEAU


El pequeño Tiago  no podía dormir aquella noche. Eran las 00:00 y todavía seguía dando vueltas en la cama. Su mamá le había contado un cuento de piratas para incentivarlo al sueño pero tantas películas de acción y suspenso habían dejado a Tiago inmerso en un miedo irrecuperable de espanto.
Miró el techo y fijó la vista en el punto osucro descascarado. Intentó distraerse pero vio que adentro de esa pequeña cáscara negra, un hombre horrible lo espiaba y le hacía muecas. Incluso hasta lo había insultado. Tiago hubiera querido desquitarse y cobrarle revancha a ese mal educado pero se cayó la boca y no dijo nada porque era de noche y, cuando el tiempo avanza al filo de las 00:00, todo es mucho más vulnerable. A la medianoche, las historias de suspenso de transforman en películas de terror en contra de quien las inspira, y como Tiago era un gran inspirador del thriller, tuvo pánico que ese viejo fantasma del techo bajara y cobrara su propia vida.
Tiagio tenía prohibido encender la tele. Era orden de mamá y papá, pero el hombre del techo hacía ruido con sus dientes y la mirada fatal de amenaza lo obligó a no cumplir la petición de sus padres, entonces prendió la TV y todo cambió. Adentro del aparato, las secuencias del Cartoon Network , mostraron infinitas escenas de dibujitos que distrajeron la memoria temerosa de Tiago. Allí, su mundo fantasioso se transformó, y pronto los pensamientos quedaron anclados en historias hermosas. Casualmente había estado dando vueltas por el bosque el conejo Rabito, un roedor blanco con ojitos rojos que bebía miel y comía zanahorias maduras.
Hola, Tiago – dijo Rabito desde adentro de la tele – Parece que el viejo del techo no te deja dormir, ¿verdad? – Tiago negó con la cabeza como haciendo pucheros y entabló un diálogo con el conejo blanco.
          “Mañana, cuando amanezca, aprieto la cascarita del techo así vuela el viejo”  - pensó Tiago pero el viejo del techo ya había adivinado sus pensamientos y comenzó a bajar desde una telaraña blanca para asustarlo aún más.
Ni se te ocurra meterte con mi amigo – gritó Rabito y saltó desde adentro del aparato, y se abalanzó sobre el viejo del techo.

En la desesperación de la lucha, el viejo del techo se tranzó con Rabito y ambos quedaron sostenidos en la madeja blanca de la telaraña entonces, desde el centro de la misma, apareció la araña Tuly y dijo:
-       ¿Ustedes creen que esta obra de arte enmadejada, que me costó una semana tejerla, va a ser el centro de lucha de dos incivilizados? La he diseñado especialmente para presentarla en la exposición del Bellas Artes. Ya mismo se van de aquí los dos – entonces mostró dos pinzas filosas que chorreaban veneno verde y los luchadores se echaron hacia atrás.

Esa habitación había sido en tan sólo unos minutos, un sitio de anarquía entre realidad, fantasía y terror. Al otro día, cuando el sol apareció con sus primeros brazos por entre las sábanas de Tiago, el dorado de sus alas lo despertó. Luego, mamá abrió la puerta y le trajo el desayuno.

Tiago iba a la escuela por la tarde, por lo cual disponía de un tiempo a la mañana para ver un poco de tele, entonces su madre la encendió y el niño quedó fascinado en su mundo infantil del Cartoon Network.
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 Sólo un poco – le aclaró mamá – Luego del desayuno, apagarás la tele y harás los deberes.
Si, ma – respondió y fue derecho al canal del conejo blanco. - De pronto, Rabito apareció en medio del bosque y saboreando una zanahoria bien naranja, le preguntó.
¿Qué hay de nuevo, viejo? ¿Sigue allí el hombre del techo? – ..  y Tiago negó con su cabeza. El viejo del techo se había ido pero sólo aparecía por las noches, cuando los niños tienen miedo porque de día, no tiene gracias asustar a los demás. Las historias de terror se tornan patéticas cuando los niños quedan vulnerables al filo del cielo negro.

Eran las 00:00 del viernes, cuando las brujas y los monstruos comenzaron otra vez atacar la cama de Tiago. Ya no era vida esa situación, entonces Tiago llamó al conejo blanco y le planteó su situación. No podía dormir. Rápidamente, el conejo ideó un plan y pidió una reunión con la araña Tuly. Tuly era Gerente de una Empresa Textil por lo cual no le daría entrevista al instante, entonces la fecha se programó para un mes adelante. Al conejo se le exigió una presentación de proyecto para el plan, no vaya a ser que la gente tildara de informal y poco intelectual a Tuly. Rabito cumplió paso a paso los requisitos porque había que deshacerse del viejo del techo, entonces (al cabo de un mes)  Tiago, Rabito y Tuly organizaron una emboscada para sacar definitivamente al viejo del techo.

Ocurrió una noche fría de tormenta, rayos y truenos que, siendo las 00:00, Tiago quedó en medio del silencio atroz. Mamá ya le había dado el beso de las buenas noches y ahora sí que quedaría a la deriva otra vez, aunque lo tranquilizaba saber que, al encender la tele, vería a su amiguito: “el conejo blanco”.
Los relámpagos tiñeron de azul la habitación del niño y fue allí cuando se cortó la luz. La térmica saltó y de un tirón apareció el viejo del techo. Bajó hacia la cama y esbozó una carcajada de terror. Tiago yacía adentro de la cama, metido en medio de almohadones y colchas. Los truenos sonaban como gorilas enfurecidos y el fantasma del techo se llenó de poder. Se metió en la cama y forcejeó con el niño entonces Tiago quiso gritar pero su voz quedó apagada por el silencio. En las pesadillas es normal que los niños griten y no sean escuchados, entonces pensó en sus amigos Rabito y Tuly. Al instante quiso encender el televisor para comunicarse con el conejo blanco, olvidando el corte de luz pero, de pronto, quedó forcejeando con el viejo del techo. Su desesperación fue tal que Tiago pensó que perdería la lucha y esta vez sí que el mal triunfaría sobre el bien.

Avanzada la oscuridad infernal de la noche, un rayo de sol entró por entre la ventana, entonces Tuly se montó sobre él y encendió la térmica. La luz trajo el televisor encendido y allí apareció Rabito, quien saltó de la tele para ayudar a Tiago.

Gracias, Señor Sol por alterar la normativa natural de la noche y ayudarnos a ver la luz – dijo Tuly, y el sol sonrió por su obra de bien retirándose de la habitación, mientras la oscuridad otra vez quedó plasmada en la habitación, entonces los amiguitos vencieron al viejo del techo, quien se esfumó presuroso porque el rayo del sol le había descubierto el alma negra y fea y, de de modo, habían logrado hacerlo desaparecer definitivamente.

Al instante, los amiguitos festejaban en el umbral de la mañana riéndose, jugando y saboreando un exquisito desayuno de zanahorias y cereales. Había motivo para estar felices porque, una vez más, la naturaleza había cambiado su curso hacia la normalidad y, como en todo hecho natural, el bien había triunfado sobre el mal.

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