sábado, 28 de diciembre de 2013

PRIMERA MENCION CUENTO CASTELLANO- MISION

    PRIMERA MENCION CUENTO CASTELLANO-- MISION
CRISTINA NOGUERA- PERGAMINO                                   


             MISION


     Ellos llegaron el día programado a ese planeta extraño. Sabían que el lugar era turbulento y enardecido por la violencia. Los tripulantes bajaron de la nave espacial a la hora establecida. Llevaban una misión importante que debían cumplir estrictamente. El ejercito de ayuda estaba formado por mil  soldados. Cada grupo de diez debía recorrer zonas diferentes, guiados por mapas del lugar que ellos llevaban en sus maletines. El aterrizaje fue a un tiempo determinado por los rayos del sol. Los integrantes  de esa extraña nave portaban grandes banderas y en sus trajes leyendas  con instrucciones del trabajo que debían cumplir. Todo se realizó con  exactitud. Su única función era llevar paz a ese lugar del universo.  
    
    Los tripulantes  comenzaron a caminar. Solo había soledad y  una total ausencia de sonidos. Horas y horas transitando, por espacios desconocidos y desolados. El silencio del lugar les llamó la atención porque estaban informados que escucharían  gritos, sirenas,  quejidos, bombas y explosiones. El paisaje silente mostraba una quietud extraña. El aroma que se sentía era acido y nauseabundo. El cielo era de un color gris apagado. Los ríos estaban  secos y mostraban una aridez espantosa. El ejército de ayuda caminó mucho tiempo por pasillos asfaltados y no vieron hombres, ni animales.  En las plazas, en los campos solo encontraron elementos abandonados. No existía vegetación. La tierra  era negra casi carbón. Las rocas de las montañas se desgranaban por la inmensa sequía. Solamente quedaban resabios de objetos. Estos lucían silenciosos y fantasmales. Parecían mausoleos siniestros. Uno y otro mostraban  una inutilidad enorme. Eran edificios, monumentos, cajeros automáticos, automóviles, aviones, carteles, herramientas  y tantas cosas que habían creado esos seres  que ya no existían.






Parecía no haber habitantes en el lugar. El sigiloso escenario  mostraba una orfandad de seres. A lo largo de la evolución la extinción de las especies había sido una constante. El ritmo de depredación había aumentado dramáticamente. Los hombres  habían destruido todo y se habían autodestruido.  
  

     Los distintos grupos de búsqueda se encontraron en un lugar establecido y en un tiempo que habían fijado en el momento del aterrizaje. Uno de los  grupos de salvataje, de los cien que recorrieron ese lugar, tuvo la suerte de encontrar a dos seres con vida, un macho y una hembra. Algo había para hacer. Aun quedaba tiempo. No estaba todo perdido.

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