PRIMERA MENCION CUENTO CASTELLANO-- MISION
CRISTINA NOGUERA- PERGAMINO
MISION
Ellos llegaron el día programado a ese planeta extraño. Sabían que el
lugar era turbulento y enardecido por la violencia. Los tripulantes bajaron de
la nave espacial a la hora establecida. Llevaban una misión importante que
debían cumplir estrictamente. El ejercito de ayuda estaba formado por mil soldados. Cada grupo de diez debía recorrer
zonas diferentes, guiados por mapas del lugar que ellos llevaban en sus
maletines. El aterrizaje fue a un tiempo determinado por los rayos del sol. Los
integrantes de esa extraña nave portaban
grandes banderas y en sus trajes leyendas
con instrucciones del trabajo que debían cumplir. Todo se realizó con exactitud. Su única función era llevar paz a
ese lugar del universo.
Los tripulantes comenzaron a caminar.
Solo había soledad y una total ausencia
de sonidos. Horas y horas transitando, por espacios desconocidos y desolados. El
silencio del lugar les llamó la atención porque estaban informados que escucharían
gritos, sirenas, quejidos, bombas y explosiones. El paisaje
silente mostraba una quietud extraña. El aroma que se sentía era acido y
nauseabundo. El cielo era de un color gris apagado. Los ríos estaban secos y mostraban una aridez espantosa. El ejército
de ayuda caminó mucho tiempo por pasillos asfaltados y no vieron hombres, ni
animales. En las plazas, en los campos
solo encontraron elementos abandonados. No existía vegetación. La tierra era negra casi carbón. Las rocas de las
montañas se desgranaban por la inmensa sequía. Solamente quedaban resabios de
objetos. Estos lucían silenciosos y fantasmales. Parecían mausoleos siniestros.
Uno y otro mostraban una inutilidad
enorme. Eran edificios, monumentos, cajeros automáticos, automóviles, aviones, carteles,
herramientas y tantas cosas que habían
creado esos seres que ya no existían.
Parecía no haber habitantes en el lugar.
El sigiloso escenario mostraba una
orfandad de seres. A lo largo de la evolución la extinción de las especies había
sido una constante. El ritmo de depredación había aumentado dramáticamente. Los
hombres habían destruido todo y se
habían autodestruido.
Los distintos grupos de búsqueda se encontraron en un lugar establecido
y en un tiempo que habían fijado en el momento del aterrizaje. Uno de los grupos de salvataje, de los cien que
recorrieron ese lugar, tuvo la suerte de encontrar a dos seres con vida, un
macho y una hembra. Algo había para hacer. Aun quedaba tiempo. No estaba todo
perdido.
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