viernes, 27 de mayo de 2016

CUARTO PREMIO RELATO - CASTELLANO


                       ATRAPADA EN LA PARED- BEATRIZ ELIDA LACROIX

                              
Muy cansada por la mudanza, al departamento que compré con mucho esfuerzo, me relajé en un sillón que ubiqué contra  una de las paredes medianeras. Miro a mi alrededor y me invade la felicidad de tener mi propio nido, pequeño, de dos ambientes, recién construido y muy bien ubicado en la calle Dr. Melo y 25 de Mayo, en pleno centro de Lanús Oeste.
 Cierro los ojos para no pensar en nada que pueda entorpecer ese hermoso momento.
De repente escucho, tras la pared, una hermosa melodía acompañada por una guitarra y una voz muy romántica y dulce.
Tenía que levantarme temprano al día siguiente, por lo que tuve que dejar el sillón para darme una ducha e ir a la cama.
Cuando salí por la mañana miré la casona antigua, otrora muy elegante y  de dos plantas, ubicada al lado de mi edificio de nueve  pisos, para saber cuál era mi vecino, pero no pude ver más que el cartel de la inmobiliaria que decía: SE VENDE.
Soy diseñadora de modas de una firma muy importante y el trabajo, que me demandó una concentración absoluta a la investigación de la moda mundial, no me dejó pensar en la noche anterior.
Al regresar al departamento, vi el tentador sillón y me recosté en él para observar la calle por el ventanal y me sorprendí al escuchar,  de nuevo, la guitarra y las canciones del día anterior. Apoyé mi cabeza en el respaldo y me relajé con esa hermosa melodía que traspasaba la pared.
Pasaron los días y cada vez tenía más ansiedad por llegar a mi departamento y volver a ese estado placentero en el sillón, contra la pared musical.
Por trabajo, debí  viajar a Mar del Plata. En los quince días que estuve allí, me di cuenta de cuanto extrañaba esa música.
Como volví de noche, me precipité sobre el sillón para escuchar la música y a su intérprete, del que me estaba enamorando. Era tal el relax y la ensoñación que me producía. Como todos los días sus canciones las sentía como si me las dedicara. Cosa que me transportaba a mi juventud y a lugares de ensueño que disfruté en mis viajes. Me apoyé contra la pared, acariciándola y bailando, pensaba si del otro lado sentiría él  mis latidos y mis susurros.
Salgo a la mañana apresurada hacia mi trabajo, pensando en las novedades que traía de Mardel para  la empresa y cuando miro hacia
la casona, para saludar imaginariamente a mi “enamorado,” ahogando un gemido, veo desilusionada, que habían demolido la casona y en el lugar que correspondía mi medianera, solo había un cuadrado verde agua.
Pensé, que lo vivido la noche anterior, era fruto de mi cansancio y de mis ansias y que no volvería  a escuchar más a mi músico.
Al regresar, entré sin apuro y no me precipité al sillón, porque pensé que nada oiría. Pero cual no fue mi sorpresa cuando volví a escuchar la ¡“Hermosa música”!.... Besé la pared y me dormí en el sillón.
A la mañana siguiente, miré hacia la obra demolida y solo ví el cuadrado de pared verde.
Fui a la oficina y, mientras tomaba el café, pensé que todo podía ser fruto de mi imaginación, provocada por la soledad en que estaba en mi nuevo departamento.
Cuando por la noche volví dispuesta a no dejarme llevar por los sueños, al llegar al sillón, comenzó, nuevamente, la música encantada. Tentada, no pude dejar el juego de bailar y acariciar la pared. Cosa que repetí por varios días más.
Siempre al salir, miraba la construcción que avanzaba aceleradamente
Ya habían terminado la planta baja y estaban levantando el primer piso.
Otra noche, al llegar, me tiré en el sillón, como de costumbre, apoyé la cabeza en la pared y no escuché nada. Me quedé dormida esperando la melodía.
Por la mañana, cuando salí desalineada y triste, miré el edificio en construcción y ya habían llegado al segundo piso, tapando la medianera, dejando a mi melodía atrapada en la pared.




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