sábado, 31 de julio de 2021

5°Mencion de Honor relato -cuento Liliana Hernandez - Los que no estan

 Los que no están.


Berlín, 1945, la guerra ha finalizado, sin embargo un país no se recupera de las heridas físicas ni emocionales de un día para otro. Muchas veces no se sabe por dónde empezar.

El director de la escuela de arte, uno de los pocos edificios en pie de la zona, pensó que, tal vez, un concurso pudiera animar a la población a expresar sus emociones. Poco a poco fueron llegando cuadros hechos con diversas técnicas (la creatividad ante la falta de elementos).

Llegó el día en cual finalizaba el concurso. Los jueces se paraban en cada obra y tomaban sus apuntes. Luego, deliberaron por un largo rato y decidieron darle el primer premio a una obra surrealista cuyos finos trazos se entremezclaban. El mismo estaba realizado una técnica imprecisa pero muy original, con papel traslúcido.

El público inmediatamente se agolpó ante la obra. Un psicólogo creyó ver en ella el caos y horror que significaba la guerra, un ingeniero pensó que era una intrincada red de rutas que manifestaban el progreso de pos guerra. Un sacerdote consideró ver el cielo a través de las ramas de un árbol seco y dijo:- "Es la esperanza, no puede ser otra cosa". En cambio, el filósofo aseguró que esas líneas entrelazadas significaban la unión de los seres humanos para reconstruir la nación. Un matemático creyó identificar la Serie de Fibonacci asociado al número áureo, por la forma que los trazos se expandían y por último un pequeño niño, quien pidió a su padre que lo alzara para verla mejor vio un rompecabezas.

El director de la escuela colocó la gran cocarda junto al título del cuadro: "Los que no están". Por supuesto que el psicólogo tenía razón, representaba el caos y las vidas que se cobró la maldita guerra.

El rector buscó al autor, primero con su mirada y luego a viva voz. Nadie respondió. Atrás, alejado de la multitud, vio al encargado de limpieza con la barbilla descansando sobre la punta del escobillón. Ya era hora del aseo nocturno. Le comunicó al público que el horario de visita había terminado. Los asistentes se retiraron lentamente, imaginando historias sobre el artista ausente, "un mutilado de guerra que no deseaba mostrarse", "tal vez una persona que perdió a su familia y no quería hablar con nadie"...


Se cerraron las puertas de la institución y se apagaron algunas luces. El encargado de limpieza respiró profundamente. Él, una persona que apenas sabía leer y escribir, acababa de tener una clase magistral. Todos esos expertos y profesionales sembraron de creatividad a su pequeña imaginación, sobre cómo mirar un vidrio roto. Porque eso era la obra ganadora. Un simple vidrio de una claraboya que él rompió, sin querer, con el mango del escobillón. Ante tal accidente, no se le ocurrió otra cosa que pegarle un papel encima para que el mismo no cayera en pequeños trozos pudiendo lastimar a alguien. Guardó la cocarda, tenía el lugar exacto para colocarla, sobre la carpeta que había bordado su abuela mientras le relataba cuentos, cuando él era pequeño.

Pero entonces, ¿el escrito: "Los que no están" a que se debía? Ahhh... ese era un mensaje para su compañero, lo que sucede es que el papelito quedó doblado y sólo se leía parte del mismo, pues  en realidad decía. "Los que no están astillados, los podemos volver a usar". ¿Alguna vez este peón de limpieza dio a conocer su autoría? Eso, mi querido Watson, es otra historia.


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