Asolado por mis decepciones,
un loco muerto me he vuelto.
Quizá sea una ilusión ilusa
o un devenir tonto.
Pero de eso dudo mucho.
Mi sed no tiene tormentos,
ni tampoco lamentos.
No me importa perderme,
no más que en mí mismo.
Pues a cada semejante
que yo he conocido,
de mí alma vagante,
se ha reído.
Y ciertas razones tienen.
Pero ellos no comprenden,
que si en vida no triunfé
en muerte tal vez lo haga.
Aunque ahora escriba,
puramente en el empañado espejo,
de sosegados baños,
de infortunadas y azares personas.
¡Sepan perdonarme!
No es que acuerde componer así.
Pero esto es lo mejor.
En vida siempre me han reconocido,
como un olvidado fracasado.
Y siendo un fantasma,
solo la solitaria eternidad,
podría recordármelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario