Lamento que el viaje llegara al final. Lamento dejarte hasta acá.
Lamento soltarte aunque sepamos que nos queremos más.
Lamento abandonarte, dejarte zarpar.
Lamento adentrarme sola, sin dejarte acompañar.
No tocar más tu mano, llenarme de soledad.
Hundirme en vacíos donde reine más la paz.
Despedirme y avanzar, parar de echarme atrás.
Pero la realidad es una, si nuestro amor nos hace mal.
Lamento no estar a tu altura, sin poderme engañar.
Desbordar sentimientos e ilusiones que nunca supiste valorar.
Atarme a una imagen ilusoria, a una idea fugaz.
Lamento derrochar mi tiempo, haber sido incapaz
De soltar todas las riendas y seguir mi largo andar.
Hoy me prefiero libre, sola y buena. Fuerte, valiente y astuta.
Me quiero mía. Sobretodo mía. Quiero abrazarme la vida entera y aprender a valorar toda mi fortaleza.
Enamorarme de mis pasos, y ya no de personas ajenas.
Quiero correr sobre el pasto mojado para sentir que por un momento la vida vale la pena.
Que el sol, las nubes y la lluvia bastan para hacerme sentir plena.
Que esa canción movida que tanto me gustaba bailar en la cocina hoy quiere volverse mía.
Contagiar cada célula de mi cuerpo de esperanza y alegría.
Llenarme de luz, de rigor y belleza. Amarme frente al espejo, mirarme en cámara lenta.
Aprender que quizá el momento no era el ahora. Sino que lo aceptaba por miedo a estar sola.
Hoy escucho, analizo y aprendo.
Me seco las lágrimas y vuelvo a entrar al juego.
Dejo atrás todo y digo de una vez, nos vemos.
Nos vemos cuando aprendamos a amarnos solos, libres y contentos.
A querernos a nosotros, sin sentirnos incompletos.
A no demandar más que vida, a pausar todos nuestros lamentos.
A comprender que el dolor importa, que no hay que dejarlo lejos.
Saber apreciar mejor los momentos, porque el amor nos deja ciegos.
Y comprender que si éste no brotó como queríamos, es porque tal vez no era a lo que correspondíamos.
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